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dimanche 10 mars 2013

EL MÁS ÍNTIMO SECRETO DE FRANCO. «Francisco Franco era monórquido».

Sólo tenía un testículo. El otro lo perdió en la Guerra de África. La nieta del célebre urólogo Puigvert afirma que su abuelo se lo comentó en varias ocasiones. Es una de las revelaciones de un libro sobre la familia Franco
JOSÉ MARÍA ZAVALA
«Francisco Franco era monórquido».
El comentario me pareció una perogrullada. «Sí, claro -asentí-. Alfonso XIII aceptó ser su padrino de boda y además le nombró gentilhombre de cámara... Pero ella enseguida me corrigió, silabeando:
-Te digo que era mo-nór-qui-do.
-¿Y eso qué significa? -pregunté desconcertado.
-Que sólo tenía un testículo.
-¡Uno solo! ¿Estás segura de lo que dices?
-Completamente, me lo dijo mi abuelo varias veces.
La reveladora conversación transcurrió en Barcelona, este enero. Días antes de viajar hasta allí, telefoneé a Ana Puigvert para quedar con ella. Le había explicado mi proyecto de biografía de Ramón Franco, en cuya fascinante vida se había cruzado por azar su abuelo al hacerse cargo de Engracia y Ángeles, viuda e hija del hermano del dictador.
Ana es la única nieta que ha seguido los pasos del célebre doctor Puigvert. Tras educarse en Francia, donde completó la enseñanza secundaria con matrícula de honor, acabó especializándose en andrología en la escuela de posgraduados de la Fundación Puigvert, para inaugurar años después una prestigiosa clínica en Barcelona, donde ejerce hoy la profesión con merecido reconocimiento. Nadie mejor que ella es consciente del listón tan alto que puso su abuelo, uno de los urólogos más eminentes del mundo. No en vano, a las expertas manos de don Antonio Puigvert se encomendaron presidentes de gobierno como Juan Domingo Perón (Argentina), Juscelino Kubitschek (Brasil), Rafael Leónidas Trujillo (República Dominicana), Enrique Jiménez (Panamá) y Fidel Castro (Cuba); generales como Agustín Muñoz Grandes; banqueros como Juan March e Ildefonso Fierro; pintores como Salvador Dalí y José María Sert; y hasta Su Santidad el Papa Pablo VI.
Puigvert fue quien operó también a Nicolás Franco, hermano mayor de Francisco, a un hijo de Pilar, y a la viuda e hija de Ramón. El propio doctor recordaba así al Caudillo, en sus memorias: «Me consideré siempre amigo suyo. Amigo personal, no en lo político».
En otro pasaje se mostraba enigmático, dando a entender que conocía numerosas interioridades del Generalísimo: «He tenido muchas conversaciones con el general Franco. Nos hemos visto en muchos sitios y en muy diversas coyunturas. He hablado con él de temas que nadie llegaría a sospechar...».
Recordé entonces la asombrosa revelación de su nieta Ana, de la cual me había hecho partícipe con toda naturalidad, como si fuese algo archisabido entre ella y su abuelo.
Ante mi insistencia, Ana Puigvert volvió a confirmarme el diagnóstico de su abuelo, añadiendo:
-El hecho de ser monórquido no está reñido con la fertilidad. La única forma de saber si Franco podía tener hijos era mediante un análisis de semen para comprobar que no tenía espermatozoides; pero dudo que eso se hiciera.
A continuación, Ana me explicó que la monorquidia podía ser innata o adquirida [A Napoleón I Bonaparte y a Adolf Hitler también les faltaba un testículo]. Y entonces, no me cupo duda de que si realmente Franco era monórquido, su origen se remontaba a la sangrienta guerra de África, donde el joven capitán cayó gravemente herido en el verano de 1916, durante la conquista de El Biutz, un pequeño poblado a ocho kilómetros de la capital ceutí que ponía en peligro las comunicaciones con Tetuán.
Fue la noche del 28 al 29 de junio. Franco, de 23 años, tomó el mando. Ante la amenaza de una maniobra envolvente, recogió el fusil de un soldado herido, caló la bayoneta y se lanzó aguerrido al ataque arrastrando al resto de sus hombres. Fue entonces cuando los disparos le alcanzaron en el bajo vientre. El joven capitán dobló la rodilla y cayó desplomado. Aquellos fueron días difíciles, en los que llegó incluso a temer por su vida, pues pidió confesión al capellán castrense Carlos Quirós Rodríguez. Pero Franco tenía baraka. «He visto pasar la muerte a mi lado muchas veces, pero, por fortuna, no me ha reconocido». VER MAS ...

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